Todo comenzó un día entre el mes dos y tres de vida de mi hija. De la nada, mi hija comenzó a emitir sonidos, de tipo gutural. Nos llamaron mucho la atención ya que no eran el clásico "pujidito" al que nos tenía acostumbrado cuando necesitaba algo: de comida, cambiarle el pañal, cambiarla de posición, que la cargáramos o bien, simplemente buscaba un poco de atención. Ese día sentí que era la primera vez que nuestra hija trataba de decirnos algo. ¿Qué era? La verdad no alcanzamos a escuchar desde el principio pero creemos que nos quiso decir:
"Estimados padres, ¿me pudieran cambiar de pañal? el que traigo ya esta muy saturado de orina, sí, así como lo oyen, yo no le digo pi-pi, yo me refiero a esa sustancia líquida como orina. A las cosas hay que llamarlas por su nombre ¿qué no?"
Nos salió muy educada y propia nuestra hija.
A partir de ese día, mi hija no ha parado de balbucear. Balbucea al despertar, después de comer, cuando la cambiamos, al bañarla, cuando la cargamos, cuando la hacemos sonreír, cuando la volvemos a cargar, cuando la acostamos, en fin, se podrán dar cuenta que balbucea día y noche. Mi hija es una maquina balbuceadora.
Para los que somos papás primerizos y nunca habíamos vivido la experiencia de los primeros balbuceos, créanme que es algo sorprendente y cautivador. Es una experiencia sin igual. Es que te das cuenta que lo escuchas no son reflejos involuntarios o nada por el estilo. Lo que realmente escuchas es que tu bebé intenta comunicarse contigo, como si se esforzara en tratar de decirte algo.
Definitivamente, escuchar los primeros balbuceos es una gran experiencia que te acerca más con tu bebé. Esta experiencia marca el inicio de la comunicación la cual deberá trabajarse día a día con una gran base de amor y de mmm uuuu aaa uuuu buaaa.
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